Conferencia impartida por el Dr. Marcos Margarit. Médico de familia. Vocal de Medicina Familiar y Comunitaria y de Actividades preventivas, durante la Semana Europea de la Movilidad celebrada en Lorca en 2019
Favorecer la movilidad activa en las ciudades debe ser una prioridad en las políticas municipales
«La relación entre contaminación y salud es bien conocida: la presencia de contaminantes en el aire se relaciona con mayor probabilidad de fallecer, tanto que se le podrían adjudicar unas 30.000 muertes al año en España. Parece debido a que produce mayor frecuencia de enfermedades cardiacas, pues aumenta las posibilidad de tener infartos e ictus; y respiratorias, como agudizaciones de asma y EPOC. Además, puede que el aumento de estos contaminantes esté relacionado con el aumento de alergias respiratorias. Y luego está el ruido que produce el tráfico, algo a lo que nos hemos acostumbrado, pero que no deja de ser un problema y que está relacionado con el estrés y los trastornos del sueño.
Por otra parte la contaminación y la acción humana sobre el medio natural está relacionada con cambios en el medio ambiente y en el clima, con consecuencias que seguramente no podemos ni sospechar. Algunas de ellas pueden ser los sucesos climáticos extremos o las sequías o perdidas de tierras de cultivos. Eso puede hacer peligrar la seguridad alimentaria, cambios en la economía, migraciones, parición de nuevas o viejas enfermedades… Algo que en la Región de Murcia podría llegar a ser muy problemático, como hemos visto esta semana.
¿Y esto qué tiene que ver con promover la movilidad sostenible?
Mucho. Mis compañeros han hablado de la importancia y de la relación del ejercicio con la salud, para mantenerla y para el control de diferentes patologías. Yo voy a aportar un punto de vista complementario, al que muchos colegas, médicos y enfermeros, están dedicando sus esfuerzos, como Juan Antonio Ortega, referente en pediatría ambiental a nivel mundial y organizaciones como la sociedad científica a la que aquí represento, la sociedad murciana de medina familiar y comunitaria, que se ha adherido a la iniciativa de la WONCA “Planetary Health”.

Para explicar esto, voy a saltar desde el punto de vista individual al familiar y comunitario, inmiscuyéndome en salud pública y política. Y para eso voy a echar mano de un concepto, el de determinantes sociales de salud. ¿Qué significa? Que nuestra salud depende más del medio ambiente, de la seguridad alimentaria, del tratamiento de aguas, de la situación laboral o de pobreza, que del acceso a los sistemas sanitarios, es decir, de las visitas al médico o de los tratamientos que tomes. Que no es que estos no sean importantes: los contactos con el sistema sanitario a veces resuelven situaciones críticas o crónicas importantes y previenen enfermedades importantes. Pero a nivel de la población, de lo que nos pasa como conjunto, el 80% depende de causas que no tienen que ver con el sistema sanitario.
Podemos plantearlo también de otra manera, menos negativa: la mayoría de las cosas que nos mantienen sanos, es decir, “en un estado físico, mental, social y espiritual que nos permitan desarrollar una vida de acuerdo a nuestras expectativas vitales (OMS dixit), dependen de cosas que poco o nada tienen que ver con el sistema sanitario.
Dentro de esos determinantes están la actividad física y el sedentarismo. Estos no son términos antagónico: resumiendo, la actividad física es el ejercicio que una persona hace y el sedentarismo es el tiempo que te pasas sin hacer nada (estando despierto, se entiende). Uno puede tener actividad física, pero ser sedentario porque se pasa 8 o 10 horas trabajando en un puesto donde estás sentado o te obligan a mantener una misma postura. Y no hacer ninguna actividad física concreta, y no ser sedentario, porque no paras de moverte en todo el día. Y esto es importante: se sabe bien que el sedentarismo es un factor de riesgo (se asocia) y se asocia a mayor mortandad que, por ejemplo, tener el colesterol alto (aunque está por debajo del riesgo del tabaco). Y también sabemos que cualquier interrupción de ese sedentarismo es valiosa, porque reduce mucho este riesgo.
Con el ejercicio pasa lo mismo. Cualquier ejercicio que se haga es beneficioso. No está claro cuánto es el el mínimo, ni cuál es el mejor: pero el ejercicio reduce la mortandad total y la cardiovascular (pensemos que los fármacos más efectivos que se mandan para ello no reducen la mortandad total, solo la CV). Desde ejercicios pequeños ya es efectivo. Y parece que cuanto más intensos mejor.
Pero a su vez estos dos factores dependen de otros que están por encima, como el trabajo, los ingresos, la cultura, la disponibilidad de tiempo libre, que haya zonas verdes en tu barrio, o que el lugar donde vives esté bien comunicado o haya infraestructuras para caminar o ir en bici.
Si no se tienen en cuenta estos factores, luego pasa que, tanto en en los centros de salud como en los hospitales, cuando los sanitarios recomendamos ejercicio, nos topamos con los mismo problemas: son recomendaciones que la gente difícilmente sigue (a pesar de que ahora disponemos de herramientas muy efectivas, como la prescripción de deporte a través del programa ACTIVA). Y los que las siguen, muchas veces son las que menos las necesitan, o son quienes tienen más medios o ya están convencidos (como seguramente los que acudís hoy a esta mesa).
Por eso promover iniciativas como esta, del uso de la bici, o la peatonalización de los centros de las ciudades, son tan importantes que las campañas para controlar el azúcar o la tensión. Son incluso más importantes: unas solo detectan enfermedades, el daño ya se ha manifestado; las otras obligan a hacer ejercicio y evitar el sedentarismo y nos proporcionan salud. Son medidas que nos mantienen sanos, que nos mantienen en forma; y hacen que, aunque eventualmente enfermemos, la enfermedad nos afecte menos o nos genere menos discapacidad (y este es un asunto grave en una sociedad como la nuestra, cada vez más envejecida). Son tan importantes como las medidas para evitar el consumo de tabaco, las drogas, el alcohol o el consumo de refrescos azucarados.
Además, medidas de ese tipo se sabe que tienen otros efectos para salud, quizá no tan visibles. Se sabe que pasear e ir en bici mejoran los trastornos y síntomas mentales leves, como la ansiedad y la depresión (más si se hace en zonas verdes). Y mejora también la salud social de nuestra comunidad: tener ciudades paseables y ciclables favorece la interacción social. Disminuye las inequidades, evita la formación de guetos y la segregación porque permite a la gente moverse independientemente de tener o no coche, de poder pagarse el transporte.


Se podrían decir muchas cosas más. Pero no quiero consumir todo mi tiempo. Prefiero terminar reforzando unas ideas.
- Favorecer la movilidad activa en las ciudades debe ser una prioridad en las políticas municipales. Junto a otras medidas del mismo ámbito, es mejor inversión en salud que hacer centros de salud u hospitales para un ayuntamiento (Rafa Cofiño dixit). ¿No son políticamente atractivas? No. Tampoco lo era la ley antitabaco. Pero, a pesar de las protestas de los hosteleros al inicio, ¿quien volvería ahora a un restaurante donde apesta a tabaco? Seguro que muchos bares que dicen que cerraron por esta ley, fue porque a partir de ese momento ya no había manera de disimular lo mal que olía y sabía su comida
😀 Cuando una ciudad hace este cambio, hay reticencias, a la gente nos cuesta cambiar. Pero lugares como este, donde geográficamente y climáticamente son tan propicios para el paseo y la bici, cuando se hace este cambio y la gente lo prueba, ya no quiere volver atrás. Y lejos de perjudicar al comercio y la vida en los centros históricos, los reaviva.
- Es una medida equitativa si se planifica bien. No solo tiene que pensarse en los centros históricos. Se debe pensar en todo el territorio, en como comunicarlo. Si está bien pensado y ejecautado, puede proporcionar vías para la salud antes no contempladas: si favoreces que aquellos que trabajan en la ciudad dejen el coche, totalmente o en parte, y se desplacen en la última milla a pie o en bici, evitarás su sedentarismo, proporcionándoles salud. Hay empresas e instituciones que premian este comportamiento. Hasta aseguradoras privadas que lo incentivan (y para que lo hagan ellas, ya tiene que ser rentable 😀 Hay que convencer a la población que no es tiempo desperdiciado, es salud ganada.
- Esto es una herramienta de futuro. No solo para aportar algo en evitar la degradación de nuestro entorno y que las generaciones futuras puedan tener seguir disfrutando de lo que hemos disfrutado nosotros. Es una forma de dar futuro a las ciudades, para que no se degraden y abandonen los núcleos urbanos. Y también una forma de enseñar a las generaciones venideras, a esos niños y niñas que vienen detrás, que no todo es prisa y beneficio. Que a veces hay cosas que necesitan tiempo y cierto esfuerzo, pero que tienen muchas recompensas. A veces es solo una cuestión de elegir: ¿que prefieres, la comodidad de ir al cole en coche, y pasarnos 15 minutos de atascos (si fuese Madrid sería una hora), o dejar el coche, quizá tardar un poco más, y darnos una caminata o ir en bici, para que mantengas tu salud (40% del ejercicio recomendado para niños ya se conseguiría en la mayoría de los casos), saludes a tus compañeros y charlemos un rato? Pero somos animales de costumbres y para cambiar hacen falta que nos den un empujoncillo (mejor antes de que nos den un pepinazo y salgamos todos volando)…»
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